¿QUÉ FUE LO QUE SALIÓ MAL?
¿Se ha dado cuenta que en estos últimos años, escuchar que algún conocido o amigo está por divorciarse ya no es de sorprenderse? Esta es una realidad devastadora. Claramente se nos advirtió de esto en la Palabra de Dios,
Juan 10:10
El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
Desde que nacemos, la familia se constituye como el principal grupo de apoyo y de sostenimiento. La familia, es la base para que todo ser humano, se pueda integrar de manera correcta a la sociedad. Es en la familia, donde el ser humano, aprenderá lo que son los afectos y valores. Sin embargo, si no hay familias funcionales, integradas, y bien fundamentadas, ¡no se sorprenda de ver nuestra sociedad como está!
La familia es el pilar de nuestra sociedad, cuide su familia, cuide su matrimonio. Si usted está pensando que su matrimonio se acabó, ¡no es verdad!
Aquí le presento tres ideas que puede incorporar hoy mismo a su matrimonio.
Ore por su cónyuge.
¿Cuánto tiempo invierte orando por su querido (a)? En Efesios 6:18 dice: Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos. Si no ora por su pareja, empiece hoy.
Enfóquese en el presente. No deje que algún pensamiento negativo impida su felicidad. Si usted fue herido, perdone. Si usted hirió, pida perdón y la paz de Dios vendrá sobre usted.
2 Corintios 5:17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Pase tiempo de calidad con su pareja.
No descuide su vida íntima, ni la emocional. Siempre habrá cosas qué hacer en el hogar. Los hijos estarán solo por algunos años, pero ¿qué pasará cuando ellos se vayan? Se irán y usted y su pareja quedarán. ¿Cómo estará su relación cuando esto pase? Cuide su matrimonio. No olvide hablarse con cariño y decirse todos los días, te amo.
Efesios 4:1-2
Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.